Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México

MÉXICO 1900: LA MODERNIDAD EN EL CAMBIO DE SIGLO.
LA MITIFICACIÓN DE LA CIENCIA

Nora Pérez-Rayón Elizundia[ 1 ]


Hoy las ciencias adelantan
que es una barbaridad.
¡Es una brutalidad!
¡Es una bestialidad!

Ricardo de la Vega, La verbena de la paloma

Este país se está modernizando desde la época de los virreyes borbónicos del siglo XVIII. Hace casi cien años, la modernidad era un eje central en el discurso de la "gran prensa" de la ciudad de México; hoy en día es el tema de actualidad.[ 2 ] Este artículo se interesa, precisamente, en aquellos contenidos específicos que permitan ubicar espacial y temporalmente, es decir, históricamente, a la modernidad. Avanzar en su comprensión exige determinar sus alcances y limitaciones en el transcurso del tiempo.[ 3 ]

No nos ocuparemos aquí de la discusión académica, intelectual, de dicha categoría, sino del significado que asumía en la cotidianidad para un sector de la población; básicamente una clase media sobre todo urbana (en expansión hacia 1900), algún pequeño sector de la clase trabajadora y la minoría privilegiada que concentraba poder y riqueza. Ellos se expresaban y/o constituían el público receptor de los periódicos que circulaban hacia fines del siglo XIX en la capital.[ 4 ]

¿Cómo se percibe, se piensa o se imagina la modernidad? ¿Qué lugar ocupa en la modernidad el mundo de las ciencias? ¿Qué significados tienen los conceptos de progreso, cultura y civilización en la "opinión pública" del año 1900?[ 5 ]

Las representaciones mentales son imágenes de vivencias inmediatas y cotidianas, producto de experiencias individuales y colectivas permeadas por la historia, la tradición oral y escrita, el marco normativo con sus valores y prejuicios, los hábitos, usos y costumbres conscientes e inconscientes; y, desde luego, influidas significativamente por factores de carácter socioeconómico (la clase o sector social) y la ubicación en la estructura de poder.[ 6 ]

Para adentrarnos en esta compleja temática, las fuentes que utilizaremos son principalmente hemerográficas. Si bien la literatura, la fotografía, la correspondencia, los diarios personales, etcétera, proporcionan material valioso, el seguimiento pormenorizado de tres importantes periódicos capitalinos, día con día, a lo largo del año 1900 nos ofrece un conjunto de imágenes muy ricas para el análisis y la reflexión.[ 7 ]

Los diarios seleccionados son: El Imparcial, que nos brinda el enfoque oficial; Diario del Hogar, que representa la oposición de corte liberal, y El Tiempo, periódico católico.[ 8 ]

Entre los temas tratados por esta prensa finisecular, los que podemos ubicar en el área de la ciencia y la tecnología ocupan, junto con los asuntos políticos, los mayores espacios.[ 9 ] En la prensa católica, si bien hay una actitud más cauta, escéptica y crítica sobre las supuestas bendiciones científicas y tecnológicas de la modernidad, la presencia seductora de la ciencia, sus adelantos y sus potencialidades reales e imaginarias, se trasluce a través de la publicación de notas breves, pero constantes, sobre los avances de la ciencia en el mundo.[ 10 ]

La modernidad se traducía en el terreno concreto de la salud; en el de la construcción de grandes obras públicas de utilidad y ornato; en el campo de la eficiencia militar; en el desarrollo de las comunicaciones por aire y tierra; en el culto a la estadística y en la necesidad de reglamentaciones jurídicas; en el descubrimiento del hombre, de sus orígenes y sus potencialidades; en el desarrollo de las ciencias naturales como la biología, y otras como la química, la física y la astronomía; en la economía y sus leyes, que ofrecían explicaciones sencillas a procesos complejos. Eso y mucho más era la modernidad para cualquier lector de El Imparcial o el Diario del Hogar, periódicos de amplia circulación cualquier día de 1900. La modernidad era sinónimo en este imaginario social de progreso material, civilización y cultura.

La preocupación de sentirse parte de las naciones civilizadas y cultas atraviesa los discursos. Sin embargo, al mismo tiempo se manifiesta una necesidad de defender ciertas tradiciones que permitan afirmar la especificidad y la autoafirmación de México y de lo mexicano.[ 11 ] En particular, la prensa católica destaca por su insistente discurso antinorteamericano; no pierde ocasión para denunciar la amenaza que a su juicio representa la cultura anglosajona.

El material publicado -para nuestro caso, la prensa diaria- llegaba a ser conocido y discutido por más gente que la que indican las cifras oficiales de alfabetismo, por la vieja tradición de lectura oral que se mantenía en comunidades o ciudades que guardaban dimensiones que facilitaban el contacto humano, así como por la costumbre de reunirse y socializar lecturas y conversaciones en las tertulias familiares y amistosas, los cafés, los bares y las cantinas.[ 12 ]

Las representaciones mentales en las que se mezclan verdades, valores e ilusiones no son inmutables, varían según las épocas, los grupos sociales, etcétera. En ellas hay elementos que permanecen y otros que son desplazados o sustituidos; las representaciones contienen múltiples contradicciones, por lo que pueden neutralizarse o reforzarse unas a otras, según las circunstancias; las representaciones antiguas pueden sobrevivir, adaptarse o incorporarse a las nuevas, aunque estas últimas pueden significar una ruptura respecto a las representaciones precedentes al incorporar al imaginario nuevos valores.[ 13 ]

Hacia una nueva cosmovisión

Frente a la visión e interpretación religiosa del universo y el origen del hombre, dominante en los hogares católicos capitalinos, periódicos como El Imparcial y el Diario del Hogar introducen el pensamiento de la modernidad en aristas muy sensibles. El Génesis bíblico se confronta con el evolucionismo. En sus páginas, el hombre ya es un ente más en el conjunto del cosmos y sujeto de la inexorabilidad de la ley de la evolución:

¿Están habitados otros planetas? [...] Nuestra época: el Siglo de las Luces, en el que tanto nos complacemos decir que hemos marchado hacia la Verdad, la historia entera de la humanidad, no son más que un momento en la eternidad del mundo, y lo mismo que somos en el tiempo, somos con relación al espacio. El espacio -es casi un axioma- está sembrado de globos que están, han estado, o pueden estar poblados en alguna época, por seres que nacen, se reproducen y mueren [...]. Sobre nuestro mundo minúsculo, los medios en que la vida orgánica es capaz de desarrollarse, se modifican incesantemente, y los seres están urgidos a amoldarse a ellos.[ 14 ]

La historia de la humanidad se presenta como prueba fehaciente de la marcha evolutiva hacia el progreso a través de los siglos y las generaciones:

desde que comenzó la época histórica hasta la actual, muchas naciones se han constituido, el régimen de los pueblos se ha ido perfeccionando, la esclavitud desapareciendo y la civilización invadiendo todos los ámbitos de la Tierra, sacándolos de la postración en que se hallaban.[ 15 ]

En este nuevo discurso, el hombre deja de ser el pecador expulsado del Paraíso y adquiere una nueva dimensión. La acumulación de pequeños perfeccionamientos en millares de siglos ha transformado un sencillo organismo en un ser "tan adelantado e inteligente como el hombre".[ 16 ]

Dicho adelanto se explica una y otra vez en las páginas de los diarios por la determinación de leyes incuestionables: leyes que relacionan el crecimiento de la población y las subsistencias (Malthus) y, sobre todas, "esa ley terrible" que somete a las criaturas a la necesidad de luchar para procurarse el escaso e incierto sustento (Darwin):

La lucha por la vida es hoy una gran ley biológica, es un factor de selección natural [...]. A ella se debe que las especies se modifiquen continuamente, que las variedades se conviertan en razas [...] la lucha por la vida hace desaparecer las especies envejecidas y no bien adaptadas a su medio; separa del tronco los ramos marchitos y hace que el árbol de la vida conserve su lozanía.[ 17 ]

Los editorialistas hacen énfasis en los alcances de esa gran ley biológica que trasciende hasta los fenómenos sociológicos, es decir, modifica los fenómenos sociales.

Al influjo de esa ley se debe que las razas inferiores desaparezcan ante el creciente empuje de las superiores y que las razas aborígenes cedan poco a poco el terreno ante las razas conquistadoras o colonizadoras, no obstante las medidas de protección que pueda dictar una legislación filantrópica.[ 18 ]

Las imágenes se suceden: todo lucha por la vida, compite y sucumbe si no se ajusta o acomoda a las condiciones de su época; la naturaleza es un campo de batalla, la lucha es fatal: son muchos los seres y diminuto el ámbito en que se agitan; parangonando al Evangelio recuerdan que "son muchos los llamados y pocos los escogidos".[ 19 ]

Dichas argumentaciones no deben llevar al pesimismo, según El Imparcial. En cumplimiento de la función pedagógica y moralizadora que la prensa se asigna a sí misma en el Porfiriato, pretenden, al socializar el pensamiento de los grandes científicos, simplificarlo y ponerlo al alcance del ciudadano común, para "aconsejar a los débiles que se fortifiquen"; y en virtud de que inexorablemente, a su juicio, ha de haber vencidos, "que lo sean los negligentes, los irremediablemente inferiores, los fatalmente mal dotados". No hay remedio; ya lo dice Darwin: "la vida se mantiene a expensas de la muerte, la tumba de unos seres es la cuna de los otros".[ 20 ]

La concepción generalizada de la historia que se lee en la prensa (excepto en la católica) es de corte positivista, lineal y etapista. La humanidad marcha hacia el progreso, aun cuando para la prensa de oposición liberal ese progreso ha sufrido lamentables interrupciones en la historia del mundo occidental por causa de la Iglesia Católica -principal enemiga del progreso-, con su poder y fanatismo, siendo las naciones latinas sus principales víctimas. Afortunadamente, a su juicio, el futuro lo avizora brillante en virtud de los éxitos en la progresiva liberación de la influencia de la Iglesia.[ 21 ]

En sociedades permeadas por una fuerte identidad católica, estas concepciones eran piedra de escándalo, pero abrían brecha para la discusión, y el guante lo tomaban los diarios católicos que salían a la defensa de la institución y su contribución a la historia de México.[ 22 ] Su visión de la historia seguía permeada por un fuerte providencialismo.

Ante la seducción de las "maravillas de la ciencia" y su expresión concreta en la vida cotidiana se plantea, desde la perspectiva del catolicismo, la necesidad de contar con una propuesta que articule ciencia y religión y demuestre el nivel de compatibilidad. Un buen ejemplo, en este sentido, lo constituyen los artículos del presbítero Pedro Piza publicados en El Tiempo de mayo de 1900.[ 23 ]

Al advertir que el mundo se rige por leyes para cuya comprensión el hombre cuenta con ideas e inteligencia -que le han posibilitado en las diferentes épocas de la civilización seguir una marcha evolutiva hacia la perfección-, la ciencia ha sido, afirma el presbítero, el alma de los pueblos. "La ciencia (Bacon, Descartes, Newton, Watt, Stephenson, Franklin...) constituye la piedra filosofal de la edad moderna".[ 24 ] Pero, destaca el articulista, en esta marcha evolutiva

hallaremos siempre como factor importantísimo a las ideas religiosas que al dar a todas las edades de la Historia, vuelos a la inteligencia humana y recordarle la fuente de su ser, la han ennoblecido, poniéndola en condiciones de buscar la verdad [...] siempre la ciencia y la religión han sido para el hombre pensador, los intérpretes del gran libro de la Creación.[ 25 ]

Las maravillas de la comunicación

La prisa, un nuevo sentido del tiempo, define la modernidad. Por lógica, uno de los temas que mayor asombro e interés despierta es el avance técnico en el campo de la comunicación: acortar distancias por mar, aire o tierra.

Un día de 1900, el lector de El Imparcial descubre la "maravilla que ha de superar a todas las creaciones de la imaginación de los novelistas", gracias a Gresham, célebre inventor y químico norteamericano, quien, inspirado en la observación de los peces, va a construir "un buque [...] que cruzará el Atlántico en tres días", haciendo de 60 a 100 millas por hora.[ 26 ]

La conquista del aire "es uno de los problemas que el siglo XX está llamado a resolver", destaca el Diario del Hogar; por lo pronto apunta que ya se verificó recientemente "una ascensión que duró más de 20 minutos". El problema, a su entender, estriba en descubrir motores de mucha fuerza y de poco peso, una máquina de gran potencia de 60 a 100 caballos, por ejemplo. Hoy en día, explica el periódico a sus lectores, una máquina muy potente es muy pesada, y, para llevarla por los aires, son necesarios globos enormes, a los cuales opone la atmósfera una resistencia enorme. Así describe que:

Para disponer de una fuerza sólo de 24 caballos en 2 motores de petróleo, el conde Zeppelin ha necesitado construir un sistema celular de 117 metros de longitud y un diámetro máximo de 11 metros compuesto de 17 globos encerrados en una cubierta de alambres de aluminio y de acero con una capacidad total de 10 000 metros cúbicos.[ 27 ]

La velocidad de la modernidad tiene que ser regulada ante los obstáculos de un medio humano y animal que ha dominado el espacio urbano. La idea de progreso se vincula con la idea de orden, y éste implica regulaciones. En el Porfiriato, y particularmente en la ciudad de México hacia fines del siglo, se da una ola de reglamentaciones. Así, la Secretaría de Comunicaciones publica en 1900 un reglamento para los ferrocarriles eléctricos del Distrito Federal, con disposiciones que atañen al público y a la empresa. De acuerdo con ésta, los carros de tracción eléctrica caminarán en el interior de la ciudad y de las otras poblaciones que atraviesan con una velocidad que no exceda de 20 km por hora; fuera del poblado se permite a lo sumo duplicarla.[ 28 ]

No faltan problemas en relación con los servicios ofrecidos, como el que se presentó entre el ayuntamiento de la ciudad de Tlalpan y la Compañía Eléctrica de los Ferrocarriles. Después de comprometerse a que sus motores subirían hasta el centro de la población, la empresa insiste en que no puede hacer lo que pide el ayuntamiento, por no contar con la suficiente potencia eléctrica para hacer subir los pesados carros por las empinadas calles. Y lo curioso, señala un diario, es la oposición de algunos vecinos a tan importante mejora, alegando que se registrarían muchos accidentes entre los transeúntes de los pueblos vecinos, que frecuentan la población en los días de mercado.[ 29 ]

Y los peatones de 1900 se sorprenden con la llegada de los primeros automóviles modernos de alquiler: "Se acaban de recibir en la capital los primeros automóviles que se van a poner al servicio público, según los términos de la concesión otorgada a la compañía americana que los va a explotar".[ 30 ]

Eficiencia y reducción de costos en servicios públicos son valores ensalzados. Se ufanan los diarios, en general, de estar al día en cuanto a nuevos descubrimientos científicos. Las innovaciones en la comunicación vía correos y telégrafos son reportadas con comprensible y particular detenimiento.

Se califica de extraordinario el crecimiento del ramo de telégrafos creado en 1849. La historia del telégrafo eléctrico es vista como uno de los mejores títulos de presentación del país en el mundo y lo demuestran con cifras: México cuenta con 67 969 km; Argentina, con 40 814 km, y Chile con 17 620 km.[ 31 ]

Los diarios reportan un nuevo método telegráfico para abatir el costo de transmisión de telegramas, y sobre todo cablegramas, puesto que por un solo hilo o cable se pueden transmitir despachos que hasta entonces necesitaban infinidad de hilos y cables (hasta 200 000 palabras por hora, según El Imparcial, y hasta 100 000 palabras por hora, de acuerdo con el Diario del Hogar). Se notifica también que en Telégrafos Federales se está experimentando el suministro de corriente eléctrica por medio de un dínamo. Esto viene a significar una economía no despreciable en los fuertes gastos que demanda el sostenimiento de las líneas del gobierno.[ 32 ]

Igualmente orgullosos se muestran los editorialistas de los adelantos en correos -servicio público necesario y no ramo rentístico-, entendidos como de gran importancia respecto de las exigencias del progreso y de la institución, y que se consideran indispensables para la vida civilizada. Se anuncia la llegada a la Administración General de Correos de una máquina que cancela y fecha de 30 000 a 40 000 estampillas por hora. El correo, se afirma, puede llegar a establecer servicios nuevos, como el de agencia de publicaciones, presentación de libranzas para su aceptación y otros más.[ 33 ]

La recurrencia a números, cifras y porcentajes avala la cientificidad y la veracidad de cualquier afirmación. Con ello el lector quedaba convencido y abrumado por el peso de datos irrebatibles que constituían, prácticamente, actos de fe.

Las virtudes de la estadística, la demografía y el censo

El año de 1900 se lleva a efecto un censo general de población. En cumplimiento de su función pedagógica, los diarios se dan a la tarea de divulgar las virtudes de ciencias como la estadística y la demografía. Acceder a la estadística es sinónimo de civilización y carta de presentación necesaria de países jóvenes como el nuestro a fin de que se les conozca y aprecie.

Se bombardea a los lectores con apreciaciones sobre las exigencias de las ciencias: observar y estudiar los hechos naturales o sociales que caen bajo su dominio con el rigor y la exactitud aritmética de la estadística. El instrumento de ésta es el número y su método la observación múltiple o de grandes números, reducidos a términos medios para buscar constancias, relaciones empíricas, que no leyes, dado que no explica las causas de los fenómenos.

Con la finalidad de ser más didáctico, El Imparcial analiza el proceso de formación del conocimiento científico: es raro, plantea el editorialista, que una fuerza social, una influencia etnológica, política, y aun física, destaque lo suficiente para descubrir una ley por simple observación. En realidad, primero se entrevé una verdad: algunos datos autorizan una indicación; el producto de la inducción es una hipótesis que tiene que ser verificada por la estadística, la cual procede a la verificación con recuentos y combinación de cifras. Si la hipótesis se confirma, tenemos una ley empírica. También de diferentes maneras puede llegarse a entrever una verdad, o a querer entreverla aun a priori, o por vía de deducción; entonces no es la estadística la que ha hecho nacer la idea, pero ella será la que la compruebe. Y en el mejor espíritu positivista concluye: "Pero para que la verdad resulte, es preciso que el estadista no tenga prejuicios, que esté libre de toda pasión [...] para poder comprender claramente lo que digan las cifras".[ 34 ]

Preocupa también a los diarios que se conozcan los méritos de esa nueva ciencia asociada a la estadística: la demografía. La definen como la ciencia del hombre considerado socialmente y expresado por cifras numéricas; comprende el estado de la población, aumento o estancamiento, edades, género, movimientos migratorios... y, además, las llamadas estadísticas morales: la de criminalidad, la de hijos ilegítimos, la de suicidios, la de cultos o religiones, la de instrucción, la estadística económica y la estadística política. Utiliza el método comparativo. Y se destaca en la prensa que todas estas operaciones van a ser verificadas en el próximo censo.

Un problema relacionado con el registro civil de los recién nacidos ofrece la oportunidad de confrontar la visión tecnocrática y eficientista del mundo político que se expresaba en El Imparcial con una visión crítica más humana y realista del diario de oposición liberal, el Diario del Hogar.

Se denuncia en el diario oficial como grave falta que los padres de familia no registren a sus hijos. En el primer semestre de 1900 notifica que se registraron en la ciudad de México sólo 2 200 nacimientos y 11 148 defunciones, lo que la convierten en "una ciudad de fantasmas". Error craso que tiene por motivo la apatía respecto del registro, la "pereza delincuente". Tras advertencias y prórrogas a la ley que obliga a la presentación de recién nacidos al Registro Civil, el gobierno del Distrito Federal dictó medidas encaminadas a hacerla cumplir y hacer efectivas las penas del código respectivo a los padres incumplidos, y a médicos y parteras que no daban cuenta a la autoridad. Medida dura pero plenamente justificada según la visión oficial de El Imparcial: la ley penal fue ampliamente publicitada y nadie podía alegar ignorancia, por lo que el único obstáculo para su cumplimiento era la apatía de los padres. A efecto de hacer efectivas las penas señaladas (multas de 5 a 50 pesos), se creó una policía especial encargada de vigilar el cumplimiento de la ley y hacer comparecer ante la autoridad a los infractores.[ 35 ]

La visión del Diario del Hogar es otra. Exhibe y condena los abusos a que dan lugar estas disposiciones y la miopía de las autoridades. El origen del problema del registro de nacimientos obedece, según su punto de vista, a varias causas.[ 36 ] En principio, ante una nueva práctica, al pueblo le resulta difícil acostumbrarse y ejecutarla con perfección. En segundo lugar se encuentra la falta de tacto de algunos empleados que, sin entender el espíritu de la ley, someten a los padres a todo género de investigaciones, lo que frecuentemente los aleja del Registro Civil por no querer sacar en plaza pública el origen de sus hijos. En tercer lugar está la apatía de raza de nuestro pueblo y su falta de cultura. Y la última es la causa más perniciosa de todas: la guerra salvaje del clero católico, que sigue aconsejando la desobediencia a las leyes del estado civil y llama concubinato al matrimonio.

De ahí, continúa el diario de oposición liberal, los errores de la estadística: las defunciones se registran por la obligación de verificar las inhumaciones, pero no sucede lo mismo con los nacimientos, y por ello pareciera que la población disminuye con gran prisa. El gobierno pudo y debió corregir ese mal con sólo imponer la obligación a los ministros de los cultos de no bautizar a ningún niño que careciera del comprobante de su inscripción en el Registro Civil, aplicando severas penas a los transgresores de esta determinación y a quienes instigaran al desobedecimiento de las leyes.

Los plazos para el registro de los nacimientos fueron prorrogados con éxito, pues se inscribieron 40 000 niños que no lo habían hecho en tiempo oportuno. Pero el gobierno establece después penas para los infractores que no cumplan el requisito de registrar a los niños en la primera quincena siguiente al nacimiento, sufragando una multa. Ningún artículo de la ley faculta al gobierno del Distrito Federal ni a ninguna otra autoridad para hacer inquisiciones preventivas, allanar domicilios o capturar en la calle a los que llevan niños, con el objeto de exigirles una comprobación.

Muchísimas gentes han cumplido con la ley, señala dicho diario, pero por cualquier circunstancia han perdido la boleta. Especialmente sucede con el pueblo pobre que no tiene dónde guardar por vida sus papeles, y cuyos integrantes no tienen por qué sufrir la pena por no conservar la boleta cuando esa policía pesquisidora los asalta en tal calle o en su domicilio, pretendiendo encontrar el papel extraviado. Entonces, atemorizados, pagarán una multa impía, excesiva, aun cuando sea el mínimo para los pobres jornaleros, o sufrirán 15 días por lo menos de arresto que serán otros tantos de hambre para la familia; y, lo que es más chusco e irregular, volverán a registrar a sus hijos, con el resultado de dobles registros. Existen también en la capital innumerables familias de los estados con hojas registradas en lugares donde no se dan boletas, o que conservan las boletas en sus pueblos.

Si ya teníamos bastante con los inspectores de Sanidad que suelen cometer abusos tan grandes como trascendentales, qué no va a pasar con la nueva policía especial, sin base legal ni en su origen ni en sus procedimientos.[ 37 ]

Los jueces de distrito, concluye el periódico, tendrán gran trabajo en sustanciar las actas de juicios de amparo que se provocarán. El pobre pueblo sufrirá las consecuencias y el gobierno del Distrito, amargamente censurado por propios y extraños, adquirirá fama no envidiable, "porque los abusos de autoridad o la extralimitación de facultades suelen ser más censurables que las infracciones de ley cometidas por el pueblo".[ 38 ]

Se evidencia así, en este caso, un ejemplo de los niveles y características de la crítica de los diarios de oposición y su imagen de autoridades y pueblo.

En 1900, al llevarse adelante el censo de población, la prensa en general denunció las labores difíciles de los trabajadores del censo atribuidas "a la apatía y a la ignorancia" de millares de vecinos.

En la salud, los avances en medicina

Para el hombre común, el progreso en medicina concernía a uno de los aspectos más sensibles de su cotidianidad. Noticias de prensa eran los triunfos científicos que los médicos obtenían sobre las enfermedades en cualquier lugar del mundo. Gran parte de la publicidad periodística se ocupa de promocionar medicinas y tratamientos terapéuticos.[ 39 ]

La prevención de las enfermedades mediante la adecuada información sobre la vacunación y la higiene es una constante en las páginas de los diarios capitalinos que las consideraban aspectos clave del mundo moderno y civilizado. Salud, higiene y progreso conformaban una ecuación.

En 1900, la epidemia de viruela en la capital y la de fiebre amarilla en las costas del golfo y en el istmo de Tehuantepec causaron alarma. La obligatoriedad legal de la vacuna, su inofensividad y los cuidados adecuados a seguir por el vacunado son ampliamente reseñados. Se insiste en la importancia de vacunar y revacunar sobre todo a los niños, pero también a los adultos, incluidos los extranjeros. Se informa de la gratuidad de la vacuna y se publica el listado de oficinas públicas, inspecciones de policía y parroquias donde puede recibirse; se detallan las consecuencias de la no vacunación de los niños y la gravedad de la enfermedad.[ 40 ]

La prensa atribuye problemas de salud a la ignorancia del pueblo. Por ejemplo, en cuanto a la epidemia de fiebre amarilla y otras enfermedades infectocontagiosas como la viruela negra y el tifo, que se combaten con cuarentenas, desinfección y aislamiento de atacados y sospechosos, la gente del pueblo se rehúsa a aislar a sus familiares enfermos, "prácticas que, vistas por el lado sentimental pudieran ser loables, desde el punto de vista higiénico son detestables y contribuyen a la expansión de las epidemias".[ 41 ]

Entre las conquistas de la ciencia, El Imparcial destaca las experiencias del doctor italiano Bellinzagui con los atacados del vómito y la fiebre amarilla en la costa de Veracruz, y con propósitos didácticos informa a sus lectores que: "Con este motivo ha vuelto a aparecer la palabra suero, que tiene una significación un poco oscura para ciertas personas y que nosotros vamos a explicar de un modo ligero, para hacer comprender uno de los más eficaces procedimientos de la terapéutica moderna".[ 42 ]

Como se sabe, instruye el mismo diario, el suero es el líquido que queda después de la coagulación de la fibrina de la sangre; existe también en otros líquidos orgánicos, como la leche, la linfa, etcétera. Pero notifica un triunfo de la ciencia la novedad de la "seroterapia".

Aparecen noticias sobre la curación radical de la tisis mediante operaciones quirúrgicas, así como de otra curación, vía electricidad, para lo cual se utiliza el gas aldehidrofórmico (que penetra hasta los pulmones por medio de corrientes eléctricas). Dicho tratamiento cura todos los casos de tuberculosis de primer grado, el 75% de los de segundo grado y el 30% de los de tercer grado, o sea, los que se consideran como desesperados. También se notifican adelantos en la curación de la lepra, después de largos años de investigaciones científicas. Asombra el invento de un doctor ruso, residente en Londres, "que acaba de descubrir la manera de devolver la vista a los ciegos". Y destaca, como "valiosa adquisición de la ciencia moderna, la liquidación del aire", susceptible de numerosas aplicaciones, entre las cuales está la anestesia, por ejemplo.[ 43 ]

En El Tiempo se puede leer cómo William B. Wail, tan conocido por sus trabajos en favor de los ciegos, es el inventor de un instrumento que les permite a éstos no sólo componer música sino escribirla al mismo tiempo. Aunque la máquina no sea en apariencia más que una máquina de escribir de las que usan los ciegos, son tantos los perfeccionamientos que se han introducido en ella, que no sólo puede usarse para la escritura corriente, sino que quienes se dedican a la música pueden sacar de ella un gran partido. El aparato se llama kleidógrafo y es el resultado de treinta y cinco años de trabajo.[ 44 ]

Como resultado de experimentos sobre alimentos y seres humanos mediante el tratamiento eléctrico de los cartílagos, informa El Imparcial: “LOS CHAPARROS DE PLÁCEMES. Pueden crecer cinco pulgadas [...], desde el punto de vista [...] severamente científico, no hay motivo de duda alguna". Y no sólo se puede hacer de un hombre mediano uno alto, sino de un hombre encorvado uno derecho.

Si bien el crecimiento depende hasta cierto punto de la raza y de la familia, complementa el diario, hay casos de desarrollo alterado o detenido que estancan el crecimiento. Las causas de este defecto son más frecuentemente transmitidas por los vicios de los padres: el alcohol, la morfina, así como la mala nutrición y las enfermedades. El doctor Springer publicará extenso libro sobre el asunto.[ 45 ] El avance científico avalado por un nombre extranjero tiene mayor carta de reconocimiento.

Con ayuda de la ciencia, los lectores pueden contar con una adecuada alimentación y la prensa se apresta a guiarlos: se deben mezclar alimentos abundantes en proteínas e hidratos de carbono; la naturaleza de la alimentación debe variar con el género de vida y el clima, pero no ser excesivamente animal ni excesivamente vegetal sino mixta. Tal es la dieta de las clases sociales medias, que se maneja como ideal, ya que se presenta como "la más propia para conservar y desenvolver las cualidades verdaderamente humanas: la energía del carácter, el vigor de la inteligencia, el amor de lo justo y los sentimientos sociales".[ 46 ]

La relación entre medio ambiente, alimentación, inteligencia y progreso sustentadas "por grandes científicos extranjeros y nacionales" se difundían en los medios más amplios de comunicación.

En cuanto a consejos sobre la higiene y su importancia para la salud, éstos se refieren a "las condiciones que debe reunir una habitación para ser saludable, la exigencia de una reglamentación higiénica para los expendios de pan, medidas de lavado de las calles, prohibición de escupir en la vía pública por ser los escupitajos focos de contagio [...] como informar y publicitar ampliamente las obras públicas de drenaje y desagüe de la ciudad de México, fuente de tantos males y enfermedades, que se inauguraron precisamente en marzo de 1900".[ 47 ]

Ciencias naturales: biología, astronomía, física y química

Apunta apenas una preocupación por contar con tecnología propia y no depender tanto del exterior. Se habla de la necesidad de contar en México con institutos de investigación biológica y estaciones agronómicas. Esas instituciones en Estados Unidos permitieron una economía anual de $3 500 000 (cifra que se perdía a consecuencia de las plagas que destruyen los árboles y frutos). Ello evitaría incidentes como la reciente prohibición de la importación de la naranja mexicana -decretada por el estado de California- por estar agusanada y para evitar la propagación de la plaga.[ 48 ]

Los resultados obtenidos con la aplicación de procedimientos científicos para la cría de ganado y de los caballos son bien conocidos, según el reporte de los diarios. Gracias a ellos se han conseguido "animales que pesan el doble que antes; hasta la lana ha mejorado y se obtiene ya del doble largo que hace dos siglos".[ 49 ]

Los fenómenos astronómicos continúan llamando la atención. El 28 de mayo de 1900 se produce un eclipse que provoca gran expectación y se reseñan en los periódicos los trabajos de los astrónomos del observatorio de Tacubaya y los proyectos del público para observarlo.[ 50 ]

La conquista de la fuerza solar se plantea como un gran problema de vida o muerte para la raza humana, dado que el calor solar representa un manantial de inmensas energías de las cuales una gran parte se pierde para la industria. Se reseña en consecuencia el experimento con pilas termoeléctricas para conseguir energía solar realizado por un español y otros ejemplos de experimentos con el mismo fin.[ 51 ]

Otro tema de interés en la prensa es la telepatía -la transmisión del pensamiento, el magnetismo animal-, a la que se le otorga el carácter de ciencia. Ante el reconocimiento de la lejanía en el conocimiento de todos los agentes de la naturaleza y sus medios de acción, considera El Imparcial que sería antifilosófico negar la existencia de fenómenos como la influencia magnética de unas personas sobre otras sólo porque son inexplicables en el estado actual de la ciencia. Y refuerza su argumento aduciendo que:

Está admitido en física que el éter ese fluido imponderable esparcido por todo el espacio, atraviesa todos los cuerpos, y que aun en el mineral más denso no se toca un átomo con otro, sino que en cierto modo, flotan en él. Este fluido transmite a un espacio ilimitado los movimientos ondulatorios, producidos por las vibraciones luminosas de las estrellas; transmite luz, calor y atracción, a distancias considerables. Ahora ¿por qué ha de ser absurdo suponer que, vibrando a través de nuestro cerebro, transmite a cierta distancia las corrientes que rodean nuestras cabezas, y establezca un verdadero cambio de simpatías e ideas entre los seres intelectuales, entre los habitantes de un nuevo mundo y tal vez entre la tierra y el espacio?[ 52 ]

Se afirma, pues, haber probado por innegables hechos que hay fuerzas misteriosas que obran sobre los seres humanos imprimiendo voluntades e impresiones extrañas. La transmisión del pensamiento, la sugestión mental y las comunicaciones a través de la distancia no son sin embargo más extraordinarias que la acción del imán sobre el acero o la luna sobre el mar, que la transmisión de la voz humana por la electricidad y que todas las otras maravillas de la ciencia contemporánea. "La única diferencia consiste en que estas transmisiones físicas son de un orden más elevado, y pueden guiarnos hacia un completo conocimiento del ser humano."

La electricidad provocaba una suerte de fascinación en esos años. Sus múltiples usos, ya sea en la medicina o en la vida cotidiana, no dejaban de asombrar día a día. El siglo XX verá la electricidad introducida en la cocina en lugar del carbón o la leña. El horno eléctrico produce un pan igual, la parrilla eléctrica asa la carne a la perfección, y las marmitas para puchero cocido preparan la comida en treinta minutos. En la cocina eléctrica no habrá carbón, cenizas, humo; "hasta las planchas de familia se calentarán por electricidad". En las ciudades esa fuerza será distribuida a domicilio cual si fuera leche o carne... Otros inventos recientes: una máquina mantequera eléctrica y una incubadora; dos expertos están haciendo experimentos para hacer crecer las plantas rápidamente con cables eléctricos bajo la tierra.[ 53 ]

La ciencia y el progreso están también en el conocimiento de los nuevos usos de productos químicos como el ácido bórico y el bórax como disolventes de óxidos metálicos, en el afinado de los metales y para la fusión de los metales preciosos, para soldaduras y hasta en las tintorerías.[ 54 ]

Obras públicas embellecen e higienizan la capital

La inversión cuantiosa de recursos para obras públicas en la capital en los últimos años del porfirismo se hace muy evidente en el año de 1900. Ese año concluyen importantes obras como las del desagüe y el drenaje de la ciudad y la nueva penitenciaría en Lecumberri, dotada de las instalaciones y diseño de mayor adelanto mundial en la materia; se amplían las áreas urbanas cubiertas con alumbrado público; se inician las obras de construcción del moderno Instituto Médico Nacional: el primer pabellón sería el de Química Analítica, al que seguirían el de Botánica y luego el de Fisiología; y continuaron las obras del Observatorio Astronómico Nacional, "uno de los edificios más notables de la república", en el que se instalarían aparatos comprados en París.

Cada inauguración oficial era objeto de ceremonias y festejos muy concurridos y ampliamente reseñados en los diarios de la capital.[ 55 ]

En marzo de 1900, después de catorce años de trabajos, concluyeron las obras del desagüe y el drenaje de la ciudad de México, que resolverían graves y antiguos problemas de sanidad y de inundaciones y que, denuncia El Imparcial, daban lugar a fuertes críticas en el mundo civilizado. Las constantes inundaciones destruían casas, cegaban vidas y arrasaban cuantiosos intereses desde tiempos de los aztecas, y estas inundaciones ya no se producirían más. Las inmundicias que iban al lago de Texcoco por un sistema imperfecto de canales subterráneos y cuyas emanaciones retornadas a la ciudad por vientos del noreste provocaban consecuentemente incrementos en la mortalidad en la parte oriental de la urbe, además de las aguas cargadas de desechos orgánicos que en las goteras de la ciudad eran mortíferos, fecundarían ahora los campos agrícolas. El agua del subsuelo es un vehículo de transporte de gérmenes en descomposición; de ahí que un buen sistema de atarjeas disminuyera la mortalidad.[ 56 ]

Diversas noticias dan cuenta de la preocupación por la estética y la funcionalidad. Se considera al ornato público como expresión de cultura:

De un cuarto de siglo a esta parte [...] data la nueva era del ornato público en México. A medida que la ilustración penetra en todas las clases sociales, parece despertarse entre nosotros ese afán que distingue a todas las naciones cultas de mostrar en las plazas de las ciudades, en las glorietas de sus jardines, a lo largo de sus lujosas avenidas, manifestaciones tangibles de su progreso y amor al arte, consistentes en estatuas [...], fuentes.[ 57 ]

El ayuntamiento de la capital ha aceptado las proposiciones de la Compañía Aseyran para la pavimentación de las calles con asfalto laminado y sólo quedan detalles pendientes. Se destaca en una nota "un barrio que se embellece" -se edifican y reparan las fincas de las calles aztecas y dentro de poco ese barrio será tan bonito como el de Guerrero y la colonia Santa María- con cañerías de agua, pozos artesianos y un jardín parecido al de San Fernando; el ayuntamiento construye pozos que protejan tomas de agua para el uso de los bomberos; se han comenzado a instalar tres bombas eléctricas en el Zócalo, la Alameda y el jardín Hidalgo de la colonia Santa María de la Ribera, que servirán para el riego de los jardines y las calles adyacentes; además acaba de llegar de Alemania "un jardinero muy entendido" que se encargará de dirigir el cultivo de las plantas en los jardines de la capital; en la colonia San Rafael se planea la construcción de un mercado amplio y elegante cuyo proyecto es del ingeniero francés J. R. Delpier.[ 58 ]

Aun cuando las obras de la capital son las que reciben más atención, se publican con cierta regularidad noticias que dan cuenta de los adelantos de la modernidad en la provincia.

Se inicia la construcción del ferrocarril de Tehuantepec, que comunicará los dos océanos. Se termina la construcción del gran puente de hierro que cruza el río Balsas, en Guerrero, y de la línea del ferrocarril del Gran Pacífico. Para que se calcule la importancia de este puente, el de mayor longitud del país, diremos que es de puro acero, su peso es de 400 toneladas y su costo no baja de $ 120 000.00 fuera de los gastos de colocación, la cual se hizo en cinco semanas.

El gobernador del estado de Hidalgo, Pedro Rodríguez, y el general Francisco Ramírez hacen a Apam un donativo de entubación de hierro para las aguas potables de la población, con lo que se logra que las fuentes públicas estén suficientemente abastecidas. La obra será concluida en pocos días aun cuando la tubería donada no alcance y su falta se complete por medio de suscripción.

Se inaugura un nuevo alumbrado público de lámparas incandescentes, sistema "Economy", en la ciudad de Texcoco, cuya mejora cuesta al ayuntamiento $ 1 403.69 pesos, más $ 50.00 con que contribuyen los vecinos para la compra de unos postes instalados en el jardín público.[ 59 ]

Progresos en la industria de la muerte

Escritores y lectores de los diarios capitalinos estaban enterados de las guerras en turno y de los progresos en la industria de la muerte. Más todavía que la guerra hispanoamericana, la guerra anglo-bóer estaba sirviendo como campo de experiencias para revolucionar los sistemas de la guerra. Entre ellos destaca el nuevo cañón eléctrico, que se presenta como

El non plus ultra de las armas defensivas. De alcance nunca imaginado y tamaño del proyectil el que se quiera, sus efectos un desastre completo. Pero para hacerlo funcionar se requiere instalación formal y costosa de suerte que el inventor piensa que no se use su arma en las batallas sino en la defensa de los puertos y en la guerra naval.[ 60 ]

También se habla de la comunicación con grandes reflectores eléctricos dirigidos al cielo, la telegrafía sin hilos, y de una nueva y terrible granada cargada con lyditta, un "espantoso explosivo" cuyos efectos sobre seres vivientes, muros y terracerías se hace sentir hasta 1 800 metros: "El efecto que produce esta granada es igual a que si se descargaran 200 fusiles a 30 pasos de distancia en un blanco de 24 pies".[ 61 ]

Un invento asombroso, reseñan, consiste en una combinación capaz de producir y proyectar en el aire corrientes de electricidad de un voltaje enorme y que alcanzarán grandes distancias, posibilitando motores eléctricos que determinen la marcha o la dirección de los buques, siendo también posible estallar los explosivos que lleve un barco desde una distancia que no ofrezca peligro alguno frente al enemigo.[ 62 ]

Reflexiones finales

A lo largo de la historia del pensamiento cristiano occidental se reconoce la constante por encontrar en el tiempo, ya sea pasado, presente o futuro, la felicidad. A raíz de la Revolución Francesa, el concepto de progreso aparece en la historia condenado a convertirse en un futuro mecánico, mágico y laico. El hombre moderno sustituye el paraíso cristiano, utopía del pasado, con la utopía del progreso, un futuro indefinido hacia la felicidad.

El mito del progreso se irá verificando con la ayuda de instrumentos capaces de cuantificar la felicidad. Los números son el parámetro de los logros de la ciencia: se viaja más rápido, se producen más cosas, nace más gente, se matan más enemigos, se curan enfermedades en menos tiempo. Incluso se advierte un nuevo sentido del tiempo y aparecen varias noticias que dan cuenta del interés y el júbilo por los relojes públicos.

El camino al progreso no será más la fe y la oración sino la ciencia y la tecnología, el trabajo, la acumulación de bienes materiales, la planificación... y, desde luego, el orden.

El hombre común, la mayoría de los lectores de la prensa del 1900 en México, clasemedieros urbanos, seguramente compartía ese entusiasmo optimista por las capacidades maravillosas de las ciencias, que no eran sólo un lenguaje distante sino que se traducían en mejoras en su cotidianidad o posibilidades futuras de mejoras.

Mediante la ciencia se sentían como ciudadanos del mundo, como gente decente, civilizada. Hay un sentimiento nacional de orgullo. Se aplauden los logros en el acceso del país a la modernidad y sus valores: la eficiencia, la productividad, la salubridad, la prisa, la higiene, el conocimiento actualizado, la técnica, etcétera. Se percibe la necesidad de avalar dichos logros mediante una certificación de fuentes del extranjero, es decir, de sabios, científicos, médicos, ingenieros europeos o norteamericanos.

La prensa se concibe como medio de transmisión de conocimientos útiles y prácticos, canal alternativo de educación, vehículo de inserción del lector común en la modernidad. Informar es civilizar. Y ello incluye la lucha contra el fanatismo o la ignorancia para entender el origen y el nuevo lugar del hombre frente a la naturaleza y la sociedad en la perspectiva de la modernidad.

El tema de la ciencia es vulgarizado por los diarios capitalinos. El espacio privilegiado que le dedican en las cuatro páginas que conforman cada uno de sus números, y en las ediciones dominicales, lo evidencian. Las potencialidades, reales e imaginarias, que le atribuyen a todos los campos de la vida cotidiana, van configurando una mentalidad o espíritu abierto y optimista al futuro de la humanidad. Si bien la prensa católica denuncia un proceso de degeneración moral de la sociedad como producto asociado a dicha modernidad y consecuencia directa del liberalismo.

No hay que olvidar que los periodistas y colaboradores de esta prensa porfirista finisecular, así como sus lectores, constituían un pequeño mundo social; en el año de 1900, en cierta medida y desigualmente, se habían beneficiado en términos absolutos o relativos con el modelo de modernización en vigor. Si bien criticaban en mayor o menor grado el desarrollo político o "la cuestión social", en cuanto a la modernidad, entendida como desarrollo y aplicación de las ciencias al progreso de la humanidad, había un consenso generalizado.

[ 1 ] Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco.

[ 2 ] Para una definición de los ejes fundamentales de la modernidad en el transcurso del tiempo, véase Luis Villoro, "Filosofía para un fin de época", Nexos, México, n. 185, mayo de 1993.

[ 3 ] El presente artículo forma parte de una investigación más amplia de la autora sobre mentalidad y cultura en México al terminar el siglo XIX, donde se cubren aspectos políticos, económicos, sociales y de cultura en general. El principal objetivo de dicha investigación es analizar por medio de diferentes lentes las formas en que se articulan imágenes, percepciones y valores de corte tradicional y moderno. El instrumental teórico metodológico permite recurrir tanto a autores vinculados con la historia de las mentalidades y del imaginario colectivo, como Georges Duby (La historia continua, Madrid, Debate, 1993, Serie Historia) y Jacques Le Goff ("Las mentalidades, una historia ambigua", en J. Le Goff y P. Nora, Hacer la historia. Nuevos temas, Barcelona, Laia, 1978, y Pensar la historia. Modernidad, presente, progreso, Barcelona-Buenos Aires, Paidós, 1991), así como a la nueva historia cultural con Robert Darnton ("History of reading", en Peter Burke, ed., New perspectives in historical writing, Pennsylvania, Pennsylvania State University Press, 1992), o a la microhistoria italiana con Carlo Ginzburg (El queso y los gusanos, El cosmos según un molinero del siglo XVI, 1976).

[ 4 ] Hacia fines del siglo XIX, el régimen porfirista se encontraba consolidado políticamente y en una fase de crecimiento económico impulsado en gran medida por la inversión extranjera pero también por un conjunto de factores de cambio interno. Véase F.-X. Guerra, Del Antiguo Régimen a la Revolución, México, Fondo de Cultura Económica, 1988; Alicia Hernández, La tradición republicana del buen gobierno, México, El Colegio de México, 1995, y Paolo Riguzzi, "Imagen y realidad del crecimiento económico en los siglos XIX y XX", en Salvador Rueda Smithers, Bajo el águila, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1995.

[ 5 ] Dada la estructura socioeconómica y cultural del país, la llamada "opinión pública" se conformaba fundamentalmente a lo largo del siglo XIX en y a través de la prensa. Señala F.-X. Guerra que, hacia 1900, era realmente el único canal mediante el cual se expresaba la oposición crítica al gobierno. Véase F.-X. Guerra, Del Antiguo Régimen a la Revolución, México, Fondo de Cultura Económica, 1988, y Fernando Escalante Gonzalvo, Ciudadanos imaginarios, México, El Colegio de México, 1993, p. 268-278.

[ 6 ] La historia de las mentalidades, según la define Le Goff, se sitúa en el punto de conjunción de lo individual con lo colectivo, del tiempo largo y de lo cotidiano, de lo inconsciente y lo intencional, de lo estructural y lo coyuntural, de lo marginal y lo general. El nivel de la historia de las mentalidades es el de lo cotidiano y de lo automático, lo que escapa a los sujetos individuales de la historia porque es revelador del contenido impersonal de su pensamiento. La historia de las mentalidades obliga al historiador a interesarse más de cerca por algunos fenómenos esenciales de su dominio: las herencias, cuya continuidad enseña su estudio; las pérdidas; las rupturas; la tradición, como las formas en que se reproducen mentalmente las sociedades; los desfases, producto del retraso de los espíritus en adaptarse al cambio y de la rapidez desigual de evolución de los distintos sectores sociales en la historia. Los teóricos de la historia de las mentalidades advierten de la importancia de no separar el análisis de las mentalidades -que no se ocupa de los fenómenos objetivos, sino de la representación de estos fenómenos- del estudio de sus lugares y medios de producción, es decir, del contexto socioeconómico y político, y cultural en general, desde donde se generan. Las mentalidades mantienen con las estructuras sociales relaciones complejas, pero sin estar separadas de ellas. La coexistencia de varias mentalidades en una misma época y en un mismo espíritu es una certeza esencial para la historia de las mentalidades. J. Le Goff, "Las mentalidades, una historia ambigua", en J. Le Goff y P. Nora, Hacer la historia. Nuevos temas, Barcelona, Laia, 1978, p. 85-96.

[ 7 ] El año de 1900 se seleccionó (en función de la investigación general de la autora) entre otras razones por ser el último del siglo XIX o el primero del XX, lo cual se prestaba para hacer balances frecuentes del siglo que terminaba y para plantear expectativas acerca del siglo por venir; también se trata de un año de elecciones presidenciales y estatales, lo que propiciaba una discusión sobre la cuestión política; se fundan los primeros clubes liberales críticos al régimen y aparece el periódico Regeneración; se publica la obra cumbre de la historiografía porfirista coordinada por Justo Sierra, México, su evolución social, México-Barcelona, Ballescá, 1901-1902; la imagen internacional de Díaz y su régimen es paradigmática; es un año en que se inician y concluyen grandes obras de interés público, etcétera.

[ 8 ] 1896 marca la gran división entre la prensa artesanal y la industrial. En ese año aparece El Imparcial de Rafael Reyes Espíndola, diario que desde su fundación utilizó técnicas modernas de impresión, rotativas de gran tiraje y linotipos. Gracias a los fuertes subsidios gubernamentales se vendía a un precio sin competencia. El Imparcial y El Mundo, también de Reyes Espíndola, tiran cada uno unos 50 000 ejemplares para el año de 1900; el conjunto de los demás diarios no llega a los 30 000. No obstante, diarios con mayor antigüedad y prestigio como el Diario del Hogar, dirigido por Filomeno Mata, que pasó a la oposición a partir de la reelección de Díaz en 1888 como campeón del liberalismo de la Reforma, y el diario católico El Tiempo, dirigido por Victoriano Agüeros, y que junto con La Voz de México y El País representaba al periodismo católico, contaban con un público lector y fiel. Véase Moisés González Navarro, El Porfiriato. Vida social, Historia moderna de México, México, Hermes, 1970, y F.-X. Guerra, Del Antiguo Régimen a la Revolución, México, Fondo de Cultura Económica, 1988.

[ 9 ] En 1900 el país contaba con 14 000 000 de habitantes y la ciudad de México con alrededor de 400 000. La población se encontraba distribuida en forma muy irregular, concentrada en los estados del centro y en la ciudad de México. El 14 % de la población sabía leer en 1895 y un 20 % en 1910. El Distrito Federal tenía el índice de alfabetismo más alto del país; en 1895 se calculó en un 38% y llegó al 50% en 1910. Los periódicos constaban regularmente de cuatro páginas, con excepción de los domingos, que traían ocho. Una parte de ellos, alrededor del 25%, se dedicaba a la publicidad. Para mayor información sobre la prensa en el Porfiriato, véase: Florence Toussaint, Escenario de la prensa en el Porfiriato, México, Fundación M. Buendía, 1989, y Carmen Ruiz Castañeda, El periodismo en México. 450 años de historia, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1980.

[ 10 ] Para información sobre la importancia del periodismo o para los militantes católicos finiseculares, véase Jorge Adame Goddard, El pensamiento político y social de los católicos mexicanos 1867-1914, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1981, y Manuel Ceballos, El catolicismo social, un tercero en discordia: Rerum novarum, la cuestión social y la movilización de los católicos mexicanos, 1891-1911, México, El Colegio de México, 1991.

[ 11 ] Para una conclusión similar en una investigación de caso regional, véase Rafael Torres Sánchez, Revolución y vida cotidiana. Guadalajara, 1914-1934, tesis de doctorado, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1996, quien muestra que en el imaginario de las clases acomodadas se articulaba la defensa de valores vinculados con la tradición -provincialismo, conservadurismo, religiosidad, etcétera- con la modernidad a la que se aspira y de la que se pretende partícipe.

[ 12 ] Algunas de las observaciones sobre los lectores y el proceso de apropiación de la lectura que se desprenden de los trabajos de Roger Chartier y Robert Darnton para los casos Francia o Inglaterra en el siglo XVIII pueden aplicarse a la realidad mexicana en la época que estudiamos. Véase R. Chartier, Sociedad y escritura en la Edad Moderna, México, Instituto de Investigaciones Doctor José María Luis Mora, 1995, y Robert Darnton, "History of reading", en Peter Burke, ed., New perspectives in historical writing, Pennsylvania, Pennsylvania State University Press, 1992.

[ 13 ] Véase Andrea Revueltas, "Modernidad y tradición en el imaginario político mexicano", en Carmen Nava y Alejandro Carrillo, México en el imaginario, México, Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco-Centro Francés de Estudios Mexicanos y Centroamericanos-Universidad Pierre Mendes Frances, 1995, p. 251-272.

[ 14 ] El Imparcial, 14 de enero de 1900, p. 3.

[ 15 ] Diario del Hogar, 27 de julio de 1900, p. 1.

[ 16 ] Diario del Hogar, 27 de julio de 1900, p. 1.

[ 17 ] El Imparcial, 28 de julio de 1900, p. 1.

[ 18 ] El Imparcial, 28 de julio de 1900, p. 1.

[ 19 ] El Imparcial, 28 de julio de 1900, p. 1.

[ 20 ] El Imparcial, 28 de julio de 1900, p. 1.

[ 21 ] Diario del Hogar, 27 de julio de 1900, p. 1, y 18 de noviembre de 1900, p. 1.

[ 22 ] Véase El Tiempo, El País o La Voz de México, cualquier día de 1900, y Jorge Adame Goddard, El pensamiento político y social de los católicos mexicanos 1867-1914, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1981, o Manuel Ceballos, El catolicismo social, un tercero en discordia: Rerum novarum, la cuestión social y la movilización de los católicos mexicanos, 1891-1911, México, El Colegio de México, 1991.

[ 23 ] El Tiempo, 16 de mayo de 1900, p. 2, y 18 de mayo de 1900, p. 2.

[ 24 ] El Tiempo, 16 de mayo de 1900, p. 2, y 18 de mayo de 1900, p. 2.

[ 25 ] El Tiempo, 16 de mayo de 1900, p. 2.

[ 26 ] El Imparcial, 11 de marzo de 1900, p. 4.

[ 27 ] Diario del Hogar, 18 de noviembre de 1900, p. 1.

[ 28 ] El Imparcial, 7 de marzo de 1900, p. 1.

[ 29 ] El Imparcial, 3 de septiembre de 1900, p. 1.

[ 30 ] Diario del Hogar, 13 de julio de 1900, p. 2.

[ 31 ] El Imparcial, 10 de agosto de 1900, p. 1.

[ 32 ] El Imparcial, 27 de marzo de 1900, p. 1. En materia de construcción de líneas, la práctica más común había sido la de contratar las obras con particulares y pagarles en abonos; sistema dispendioso que se siguió por falta de recursos del gobierno. En 1899, formando ya parte del Ministerio de Comunicaciones, la Dirección de Telégrafos reparó las líneas y las extendió; estableció el servicio telegráfico urbano y suburbano. Véase El Imparcial del 5 de septiembre del mismo año.

[ 33 ] El Imparcial, 14 de mayo de 1900, p. 1.

[ 34 ] El Imparcial, 25 de julio de 1900, p. 1. Sobre el contexto ideológico y el positivismo en el Porfiriato, véase Charles Hale, La transformación del liberalismo en México a fines del siglo XIX, México, Vuelta, 1990.

[ 35 ] El Imparcial, 29 de agosto de 1900, p. 1.

[ 36 ] Diario del Hogar, 1 de septiembre de 1900, p. 1.

[ 37 ] Diario del Hogar, 1 de septiembre de 1900, p. 1.

[ 38 ] Diario del Hogar, 1 de septiembre de 1900, p. 1.

[ 39 ] Para el análisis de la publicidad en la prensa de 1900, véase Nora Pérez Rayón, "La publicidad en México a fines del siglo XIX", Sociológica, México, Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco, n. 26, septiembre-diciembre de 1994.

[ 40 ] Para la información sobre enfermedades y epidemias y sus implicaciones durante el Porfiriato, véase Moisés González Navarro, El Porfiriato. Vida social, Historia moderna de México, México, Hermes, 1970.

[ 41 ] El Imparcial, 16 de junio de 1900, p. 1.

[ 42 ] El Imparcial, 26 de julio de 1900, p. 1.

[ 43 ] Diario del Hogar, 14 de febrero de 1900, p. 2; 20 de enero de 1900, p. 1, y 10 de abril de 1900, p. 1, así como El Imparcial, 18 de marzo de 1900, p. 5, y 8 de enero de 1900, p. 4.

[ 44 ] El Tiempo, 28 de enero de 1900, p. 1.

[ 45 ] El Imparcial, 18 de marzo de 1900, p. 4.

[ 46 ] El Imparcial, 17 de agosto de 1900, p. 1.

[ 47 ] Para ver la importancia de procesos de higienización y la relación entre higiene, salubridad, ambiente odorífero y, en general, cultura material y vida cotidiana, con modernidad y progreso, véase Rafael Torres Sánchez, Revolución y vida cotidiana. Guadalajara, 1914-1934, tesis de doctorado, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1996.

[ 48 ] El Imparcial, 9 de enero de 1900, p. 2.

[ 49 ] El Imparcial, 9 de enero de 1900, p. 2.

[ 50 ] El Imparcial, 28 de mayo de 1900, p. 1.

[ 51 ] Diario del Hogar, 8 de noviembre de 1900, p. 1.

[ 52 ] El Imparcial, 11 de marzo de 1900, p. 1.

[ 53 ] Diario del Hogar, 13 de marzo de 1900, p. 2.

[ 54 ] Diario del Hogar, 16 de enero de 1900, p. 1.

[ 55 ] El Imparcial, 4 de marzo de 1900, p. 1. Véase N. Pérez Rayón, "Sociología de lo cotidiano. Discursos y fiestas cívicas en el México de 1900. La historia en la conformación de la identidad nacional", Sociológica, México, Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco, n. 23, septiembre-diciembre de 1993.

[ 56 ] El Imparcial, 18 de marzo de 1900, p. 2.

[ 57 ] El Imparcial, 8 de junio de 1900, p. 1.

[ 58 ] Diario del Hogar, 20 de febrero de 1900, p. 2, y 24 de febrero de 1900, p. 3.

[ 59 ] Diario del Hogar, 6 de abril de 1900, p. 3.

[ 60 ] El Imparcial, 4 de marzo de 1900, p. 1.

[ 61 ] El Imparcial, 7 de enero de 1900.

[ 62 ] Diario del Hogar, 14 de febrero de 1900, p. 2.

Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, Martha Beatriz Loyo (editora), México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, v. 18, 1998, p. 41-62.

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